En algunos meses saqué de mi cocina a la harina refinada, la reemplacé por la harina integral y si es orgánica mucho mejor!!!
Les recomiendo hacerlo de a poco, primero agregar las dos harinas por partes iguales, en panes, pizzas, masas de tartas, bizcochuelos, muffins...Y luego cuando el paladar y la mente se acostumbran, hacemos todo integral, para alimentarnos bien y de una manera mas natural.
Ingredientes:
500 grs. de harina integral superfina
agua cantidad necesaria
50 grs. de azúcar orgánica (yo usé 25 grs. de azúcar orgánica y 25 grs. de azúcar integral orgánica)
1 cucharadita de sal
2 huevos
2 yemas
80 cc de aceite de girasol
40 grs. de levadura de cerveza fresca
Preparamos la esponja con la levadura, 2 cucharadas de harina, el azúcar y agua tibia. Mientras colocamos la harina en la mesada con la sal, en el centro los huevos, las yemas y el aceite. Cuando la esponja esté lista la agregamos al centro de la harina también y agregando agua de apoco formamos la masa. Amasamos un rato y dejamos levar por 1 hora o más. Luego tomamos pedacitos de la masa y le damos forma de chips, los colocamos en una pizzera aceitada y los dejamos levar 1/2 hora o 1 hora más. Los cocinamos en el horno a 180 grados por alrededor de 25 minutos. Dejar enfriar en una rejilla para que no se moje la base.
Podemos hacer con ellos sandwiches del relleno que más nos guste, en este caso preparé una merienda diferente y nos encantó, tiene mayonesa de cajú, tomate deshidratado remojado y condimentado con aceite de oliva, sal y pimienta.
Los chicos son los que más se benefician con el cambio, ya que son los principales consumidores de harinas, los panes y pizzas son sus preferidos. Los míos los toman a diario, siempre tengo pan en el freezer para ofrecerles tostadas y ya se acostumbraron y ven normal que consumamos el grano entero, como sale de la planta, con todos sus nutrientes, el gérmen y el salvado, que casualmente no están en la harina refinada. Me doy cuenta que los niños en general adoptan los alimentos que los padres les presentamos con naturalidad, entienden el concepto de alimento sano y nutritivo, se interesan y llegan a acostumbrarse y a valorar lo hecho en casa. Son los grandes los que luchamos con las costumbres arraigadas muy fuerte y comemos lo que nos ofrece la industria sin cuestionarnos si está bien o mal.